At ComoMeOyes we’ve developed an application to simulate how a person with hearing loss hears your voice.

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Pulsa en la imagen de arriba para ir a la aplicación ComoMeOyes y experimentar esta simulación de audición como una persona sorda. Si dispones del audiograma de una persona que conozcas con pérdida auditiva, te recomendamos que personalices el audiograma que encontrarás, para «ponerte en sus oídos» por unos instantes y oír como él o ella.

¿Cómo funciona la aplicación ComoMeOyes?

La aplicación te propone una experiencia sencilla: grabar tu voz durante 10 segundos.

Tras grabar tu voz durante un máximo de 10 segundos, la aplicación ComoMeOyes crea 4 videos. El primero de ellos es simplemente tu voz, tal como tú la oyes. El segundo es la simulación de cómo oye tu voz la persona sorda que tiene la pérdida auditiva que representa el audiograma, tal como tú lo hayas dejado (pérdida leve, moderada, profunda, o con el audiograma que tú hayas personalizado con la audiometría de tu persona conocida). Los otros dos videos corresponden a aislar únicamente la pérdida auditiva de cada uno de los dos oídos.

Resultados de la aplicación ComoMeOyes son 4 videos: tu grabación, tu grabación modificada para simular cómo oye tu voz la persona con pérdida auditiva, y ambos oídos aislados.

¿Para qué sirve la aplicación de ComoMeOyes?

El objetivo de la aplicación de ComoMeOyes es escuchar nuestra propia voz, con los oídos de una persona con discapacidad auditiva. Vivir en nuestros oídos cómo oye nuestra propia voz una persona sorda nos permite «ponernos en su piel», o mejor dicho, «ponernos en sus oídos». Es una experiencia de empatía.

«¿Para qué sirve la empatía?», pueden preguntar algunos, con algo de amargura quizás. Bueno, a parte de las explicaciones obvias, a las personas más reticentes les preguntaría: ¿para qué los seres humanos tenemos la necesidad de comunicarnos? Ponernos en la piel del otro tiene muchas consecuencias, y algunas de estas consecuencias pueden llegar a ser vitales.

¿Cómo podemos oír como otra persona?

Fácil: las personas con discapacidad auditiva conocen con precisión cuál es exactamente el déficit auditivo. Saben qué pérdida exacta sufren sus oídos a cada frecuencia de un sonido. Gracias a la audiometría.

Un audiograma es un gráfico que resume los resultados de una audiometría, la medición de las pérdidas auditivas a cada frecuencia del sonido. En este audiograma se representan dos curvas, una para cada oído: derecho e izquierdo. Las pérdidas de audición pueden ser muy distintas en cada oído.

Cuando una persona con discapacidad auditiva se hace una audiometría, se le mide la pérdida de audición en todo un rango de frecuencias. El resultado de estas mediciones se resume en un gráfico: el audiograma.

¿Qué es un audiograma?

Cada persona con sordera dispone de un audiograma que indica, para esta persona, qué grado de audición tiene. Se mide la pérdida auditiva en cada uno de los dos oídos. La pérdida auditiva no tiene porque ser simétrica; es más, normalmente la curva del audiograma para el oído izquierdo y para el oído derecho suelen tener ligeras variaciones, y algunas veces estas diferencias pueden ser muy grandes.

Normalmente, cuando alguien nos dice «soy sordo», nos imaginamos cómo oye. Pero normalmente esta imaginación no suele ser acertada. Nos imaginamos que «oye menos», pero la pregunta es «¿cuánto menos?». Y esta pregunta es importante, porque afecta a cómo nos comunicamos con la persona sorda.

Afecta al volumen de nuestra voz. Afecta a cuánto nos esforzamos para que vea nuestra cara y pueda apoyarse en la lectura labial. Afecta al ritmo de nuestras palabras. Afecta a cuánto vocalizamos. Afecta a que queramos aprender el lenguaje de signos de su país.

Si es nuestro compañero en la escuela, afecta porque puede no haber oído al profesor mientras estaba de espaldas escribiendo en la pizarra, pensando que los alumnos ya le oían. Y afecta en el recreo, cuando todos hablan a gritos y a la vez, y la persona sorda, luchando contra esa invasión auditiva indescifrable a veces incluso para las personas con plena audición, no puede distinguir más que palabras sueltas y debe tratar de figurarse cuales son el resto de palabras que ha dicho cada uno, tratando de seguir la conversación y poder dar su opinión y sentirse integrado.

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Si es nuestro amigo, afecta cuando nos comunicamos con él por teléfono, para decidir hacer una conversación en video preferiblemente, y así disfrutar ambos de la llamada.

Si es nuestro jefe o compañero en el trabajo, o nuestro empleado, afecta para preferiblemente no darle tareas de atención al público, que aunque puede hacer igual de bien suponen un estrés adicional al que sufre una persona sin pérdida auditiva. Afecta a la hora de decidir que basta con transmitirle instrucciones o informes de forma telefónica o que es mejor hacerlo en persona.

Afecta a la hora de descubrir que una persona sorda puede tener talentos innatos extraordinarios que rara vez tienen personas sin pérdida auditiva, porque la persona con sordera se ha pasado toda su vida observando no sólo las palabras de su interlocutor sino cada detalle de sus expresiones faciales, gestos, y resto de señales de lenguaje corporal cuando le transmitía cada mensaje, cada día, de cada año de su vida. Y va a seguir haciéndolo.

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